El espacio público es una importante herramienta de equidad para las mujeres
Cuando buscamos información sobre las obras que construye el IDU, ya sean puentes, andenes o calles, se habla de cuántos metros cuadrados de nuevo espacio público existirán una vez se ponga en servicio. Inmediatamente imaginamos andenes más amplios, quizás una línea de baldosas podotáctiles, mobiliario urbano y una ciclorruta.
Hagamos el ejercicio de imaginar quiénes son las personas que van a utilizar más este espacio. Sin duda, será más fácil para una mamá empujar su cochecito por un andén. Una mujer yendo a hacer la compra del día. Una niña que camina hacia su colegio.
Y esto se debe a que, en el mundo, las más beneficiadas con el aumento de espacio público son las mujeres.
Esta realidad responde a varios factores. Históricamente, se ha relacionado a las mujeres con el espacio privado, el cuidado de la casa, y a los hombres con el público, el trabajo de los “proveedores”. Sin embargo, cuando se introduce una perspectiva de género en el diseño de las ciudades, empieza a aparecer una serie de inequidades en la forma de habitar la ciudad, en la que las mujeres, así como otras poblaciones tradicionalmente marginadas, toman fuerza.
Adicionalmente, el cambio en el diseño, iluminación, señalización, del espacio público, traduce inevitablemente en una mejor percepción de seguridad para las mujeres: se pierde el miedo a la ciudad. Y una ciudad sin miedo es una ciudad que florece, que crece, que crea y produce.
De hecho, el programa ONU Mujeres creó en 2016 la Agenda de Ciudades y Espacios Públicos Seguros, el cual enumera las acciones que deben asumir todas las grandes ciudades del mundo para construir más equidad:
Generar datos, construir alianzas para el cambio
Desarrollar e implementar leyes y políticas integrales
Invertir en la seguridad y la viabilidad económica de los espacios públicos
Transformar las normas sociales
De estas metas, las dos últimas llaman especialmente la atención sobre el efecto que el espacio público tiene sobre la vida de las mujeres. Un espacio público seguro abre las posibilidades de independencia económica, pues le permite a la ciudadanía nuevas formas de apropiación de la ciudad.